LOS CONTEXTOS DE INTERVENCION DEL TRABAJO SOCIAL

Las Transformaciones, diversidad familiar y consumo problemático de sustancias Categorías Conceptuales situadas en la Asistencia y la Salud Mental

Autores: por Teresa del Valle Contreras


Introducción

El espacio de la experiencia de Intervención del Trabajo Social no es nuevo en adicciones y familia, sin embargo, aún se observa la visión tradicional y reduccionista que reproducen los modelos de racionalidad técnica, asistencialista e inmediatista, dejando de lado los discursos de la singularidad y de las diferencias, reimprimiendo los esquemas instrumentalistas de la homogenización.

Este marco conceptual de referencial se complejiza al hacerse presente en el discurso que circula y que muchas veces es ajeno a la experiencia, como también, a las condiciones reales de producción de conocimiento que operan en cada corte disciplinar, que transitan entre la inoperancia y la invisibilización de las prácticas de intervención, porque no están a la vista, la construcción de conocimiento a partir de las prácticas profesionales. Estas mediaciones reflexivas y el análisis crítico permiten delinear las categorías conceptuales con las que se trabajan en el espacio de acción del Trabajo Social en el contexto de estos nuevos escenarios sociales. Núcleos temáticos en principio, que se constituyen categorías conceptuales de gran espectro y plantean la profundización de los supuestos teóricos y metodológicos que la intervención del Trabajo Social instala a partir de la demanda de asistencia y orientación de las adicciones.

La emergencia de poder resignificar las categorías conceptuales, habilitan “establecer una plataforma desde la cual se echa una mirada” (Nudler, Oscar 2009) al objeto problema, y que al repensarse configuran el diseño de esos esquemas conceptuales, como también, la construcción de nuevos trazos metodológicos no sólo de indagación y conocimiento, sino, también, sobre la trayectoria de los sentidos u orientaciones, saberes modos de operar puestos en juego por el trabajador social. Los objetivos propuestos de esta trama discursiva, representan la articulación permanente teórico-metodológica de investigación, su disposición estratégica procesual, frente a la decisión de constituir una forma de abrir caminos y ejes transversales en ése proceso. Significa habilitar la mirada para comprender cómo “trascienden las dimensiones generales de la Teoría y Metodología, las posiciones epistemológicas específicas” (Ruth Sautu, 2005).

Los objetivos se sitúan en:

· Identificar las categorías conceptuales situadas en la asistencia y orientación de las adicciones por el Trabajo Social

· Resignificar las categorías Teóricas Transformaciones, diversidad Familiar y de consumo, las categorías conceptuales y empíricas emergentes de la intervención del Trabajo Social en la asistencia y orientación de las adicciones

Se trata de un diseño cualitativo, flexible de permanente revisión teórico-metodológica y su historia natural1, reinaugurándose así la obligación de articular teoría y discurso, para fundamentar la posición, los argumentos, con el propósito de afinar o modificar los modelos de intervención que son posibles a partir de prácticas de investigación disciplinar, vías que conducen a revelar dimensiones y supuestos implícitos que conforman la especificidad del Trabajo Social, y que desde ésa particularidad requieren nuevos esquemas conceptuales y teóricos2 de gran alcance para transitar el lugar de lo que se hace y puede hacerse.

La puesta en tensión de las creencias e invenciones acerca de la intervención del Trabajo Social en Adicciones

Al poner en acto la reflexión sobre aquello que nos atraviesa a partir de la experiencia práctica, algo de lo propio que se dice; cuando se pone el cuerpo respecto de la acción, de los trabajadores sociales que intervienen en el campo de las adicciones en un espacio concreto; la unidad operativa de atención el Centro de Salud Mental. La reflexión en este sentido encierra en sí; la tensión entre la acción, el sentido que asume ésa acción y lo que se construye a partir de la acción, reflexividad que en términos de Paulo Freire (1968) significa “abordar los puntos ciegos que aparecen en lo cotidiano, en lo obvio o en el mandato a cumplir” Al respecto, los puntos ciegos a resolver se refieren a la intervención del Trabajo Social en los nuevos contextos sociales3 (Alfredo Carballeda- 2008) las implicaciones de lo cotidiano, de la obviedad del sentido práctico de la acción a partir del objeto según el mandato institucional.

Desde esta perspectiva teórica y en la búsqueda de revisionar el conocimiento y la construcción de conceptos en la intervención es posible desde el posicionamiento crítico, ir más allá, significa hacer una lectura “sobre las nuevas formas en que se establecen las relaciones entre estructura y acción, para conceptualizar las transformaciones estructurales de la sociedad en épocas de globalización (Maristella Svampa, 2009). En tiempos de la modernidad la lógica particular era la ciencia y la presencia de un sistema organizado y previsible, en tiempos de la posmodernidad se está en presencia del desorden y la imprevisibilidad sin una lógica particular, que en citas de Émile Durkheim acerca de la desestructuración de los marcos tradicionales de integración social, sin duda, es el que inaugura discusiones respecto de la consecuencias de la anomia social y del culto del individualismo, dos factores centrales para explicar la ruptura del lazo social que luego asegura, requieren la existencia de soportes colectivos, para ello se establece la sociedad salarial, una especie de prescripción conceptual metodológica que transforma el orden tutelar y contractual a través de marcos protectores. Este pensamiento intenta la acción dentro de un régimen colectivo con el fin de generar procesos de desindividualización, en vistas a la cohesión social, “el mundo del trabajo no condujo a la formación de una sociedad de individuos, el resultado fue más bien un conjunto jerarquizado de colectividades ligadas por el derecho y la solidaridad, producto de la división del trabajo” (Robert Castel 1995)

Al entrar la sociedad salarial en crisis en la década de los '70 y “al desestructurarse los antiguos marcos colectivos de socialización se está frente al fin del compromiso social, resurge la figura del individualismo en masa, que afecta a los grupos más vulnerables y desafiliados, caracterizados por el déficit de marcos colectivos, cuyo horizonte es la atomización el aislamiento y la desconexión”(Svampa Maristella, 2009), retomándose y traduciendo lo imprevisible y el desorden en “el sujeto fragilizado de Robert Castel, por la ausencia de consideración y seguridad, un individuo anómico desocializado” que Svampa resitúa “en los desocupados y en los sin techo como la consecuencia extrema del individualismo negativo.

Sin embargo, para ir desanudando los nudos críticos de la trama teórica, existen otras corrientes de pensamiento que ante la ausencia de una lógica particular que articule los dilemas de la posmodernidad, constituyéndose en un problema fundamental la identidad4. En este sentido se han desarrollado nuevas posibilidades de involucramiento subjetivo siguiendo la línea de pensamiento del individualismo positivo de Giddens y Beck5.

Al respecto, esta perspectiva abre preguntas al centro mismo del sujeto6. Al ser la identidad un objeto de la posmodernidad, es en realidad un problema central del sujeto, porque se trata según Ehremberg de una exigencia la de producir una identidad, lo que revela nuevas formas de vulnerabilidad social, como psicológica. Los polos de la depresión y la dependencia requieren de mediadores que den respuestas rápidas a problemas existenciales estos mediadores que evitan el dolor y el malestar del sujeto ése uno mismo fragmentado son los psico fármacos y/o sustancias adictivas, el consumo problemático de sustancias. En el campo de las adicciones el rol del mediador instituido es el de analista/reflexivo es el que viene a ayudar a soportar las exigencias, las postergaciones y la naturalización de situaciones de lo que se designa desarticulación social.

En este plano el estudio y análisis de la teoría de Castel y Ehremberg ponen el acento la relación de estructura y acción sin dejar de lado las posiciones objetivas y las dimensiones subjetivas de la vida social. Autores fundamentales de la Teoría Social contemporánea, frente a la exigencia de una lectura de la realidad actual que tiene como punto central la desestructuración de la experiencia social y personal a partir de la crisis y separación de los marcos referenciales que orientaban la cultura, para Bourdieu la figura de adecuación7 entre lo objetivo y subjetivo aparece dada por el hábitus (1986), mientras que para Elías “el proceso civilatorio” da cuenta de la articulación funcional entre las estructuras cognitivas y emotivas y las estructuras sociales, Schutz(1987) el punto de partida es la naturalización del mundo social, para analizar cómo el ámbito posicional repercute en la vida cotidiana. Precisamente la preocupación de los tres autores tienen como centro los aspectos de desajustes entre las posiciones objetivas y la vivencia de los actores, Svampa por último agrega que conceptos bourderianos para este caso particular como “histérisis”,

“desfuncionalización” para Elías y “desnaturalización” para Shutz, “son los conceptos que enfatizan este dramático proceso de separación y distanciamiento respecto del rol, esta reflexividad coactiva (no natural) de los actores en un contexto de crisis y recomposición de las relaciones sociales y personales” ( Maristella Svampa 2009).

Procesos de Individualización e Integración Social, dos aspectos que resitúan el contexto de los nuevos escenarios sociales

La primera noción es que toda la experiencia individual tiene repercusión no sólo en lo económico, lo industrial y lo tecnológico, sino que además, sus efectos son la desinstitucionalización de los marcos colectivos que estructuraban la identidad social e individual: familia, escuela, tradiciones, religión y que ya no replantean en repensar, sino en comenzar a pensar en las nuevas dimensiones de la socialización8, y que tienen centralizado el debate acerca de nuevas pautas de integración social. En sociedades periféricas como la Argentina9, que se caracteriza por la existencia de la tendencia de dualidad social donde la brecha marca diferenciaciones entre:

· Los que viven positivamente la radicalización de la individualidad y el distanciamiento reflexivo apoyados sobre estructuras y marcos de protección colectiva. Los que juegan positivamente su individualismo, desde este punto de vista la reflexividad es un recurso primario mal distribuido nos informa desigualdad, se trata de una relación privilegiada entre reflexividad cognoscitiva y estética y elites planificadoras, clases gerenciales, sectores medios profesionales, nuevos intermediarios estratégicos o nueva clase de servicios · Los que padecen de una situación de vulnerabilidad y caída social que viven la exigencia de individualización en términos negativos y donde los marcos de referencia remiten a formas diversificadas de desorganización social, tienen posibilidades mínimas de enfrentar los desafíos que les plantea el proceso de individualización, carecen del apoyo y de la protección colectiva.

Al pensar en la integración social como la condición necesaria de lo estructural, sin embargo no lo es en la dinámica de la construcción de la subjetividad positiva, porque existe una nueva dinámica de individualización que está señalando la tensión entre socialización y subjetivación o puede mostrar en otros casos la división entre ambas, pero lo que seguramente muestra que ya no es la de otras épocas (la modernidad).

Esto desde las nuevas estructuras de la subjetividad en diferentes sociedades y contextos, particularmente en Argentina la desvinculación de las estructuras de protección social y las crisis de los marcos de socialización tienden a reforzar las facetas de las nuevas formas de individualismo (Maristella Svampa p.17, 2009). Aquí es donde la figura del individuo fragilizado de Robert Castel se hace carne por la falta de recursos objetivos y protecciones colectivas, destruidas y corroídas por las profundas transformaciones, convierte así la vida en un riesgo cierto de exclusión no sólo social, institucional, sino también simbólica, “el no lugar” que representa en el seno de las instituciones las secuelas de la no correspondencia entre actor y sistema”, (Lustiger, Maheu y Hamel 1998) en otros términos significa “el no pertenecer” “el estar afuera”, “hacerse invisible”.

Cuando no es posible ver tampoco se puede entender las rupturas y las grietas que han ido produciéndose sobre todo en la naturaleza del vínculo social, sus asimetrías efectos directos de la desinstitucionalización de los marcos colectivos que estructuran la identidad social e individual: familia, escuela, tradiciones, religión.

La grieta Metodológica

· Primer apelación

¿Las Transformaciones Sociales son el lugar de la Desinstitucionalización?

En este punto es donde llegan a objetivarse las rupturas, que se inician y reinician fundamentalmente con la redefinición teóricas y metodológicas de la investigación. Pensar desde la diversidad y las transformaciones familiares, como en la diversidad del consumo de sustancias donde se arriesga y pone en juego la vida ¿En el campo de las adicciones el rol del mediador instituido es el de analista/reflexivo es el que viene a ayudar a soportar las exigencias, las postergaciones y la naturalización de situaciones de lo que se designa desarticulación social es posible visibilizarlo en la intervención del Trabajo Social? En este avance en plena etapa de construcción del problema de investigación, y que atendiendo la lógica de la investigación cualitativa desde una perspectiva interpretativa en un principio, a medida que se despliega la construcción del objeto de investigación, se van produciendo discusiones acerca del recorte profundo que redimensiona esta acción y esto desde ya es un avance, porque; toda revisión de las bases epistémicas y empíricas, redefinen el horizonte de las interpelaciones que esencialmente exceden la dimensión subjetiva pues abarca, también la dimensión objetiva, en este plano, la lógica de la investigación es la de la complejidad, como la lógica de la intervención social es compleja y marcan la necesidad de reconfigurar cada particularidad.

Por cierto esta acción, ha significado desgarrar velos epistémicos que reconozca otra vía de acceso para el conocimiento y la producción de ése conocimiento. Desde ya plantear los desgarros -figura metafórica- representan dolor e inquietud, que por un lado configuran nuevas posibilidades de conocimiento, por otro significa revisar la posición de quien investiga bajo el condicionamiento y el principio de limitaciones, retornando a uno de los puntos de partida la reflexividad “abordar los puntos ciegos que aparecen en lo cotidiano, en lo obvio o en el mandato a cumplir” que Paulo Freire tiene la habilidad de reconvertir complejo en simple a partir de un punto de inflexión “la humildad, ser vulnerables” (Paulo Freire 1968) a las limitaciones de áreas de conocimiento y desconocimiento de certezas, puntos ciegos así llamados y entendidos para destrabar lo opuesto a partir de reflexionar sobre lo que la mirada de quien hace, que a su vez está impregnada de ideas supuestos y presupuestos productos socio históricos que de alguna manera pueden ser obstáculos o bien disparadores y facilitadores.

Prima en este proceso el principio de articulación, partiendo de la reflexividad que para Pierre Bourdieu (1999, p.5289) es sinónimo de método pues está fundada en el oficio “un ojo sociológico permite percibir y controlar sobre la marcha, en la realización de la misma entrevista, los efectos de la estructura en la que se efectúa”. En este sentido, no hay método canónico existe una variedad de narrativas que escapan a opciones cuantitativas versus opciones cualitativas, al fragmento contra el caso desplegado, al caso como total método (Fleisher Deborah10 2003).

La tradición del Trabajo Social y su intervención desde un “abordaje individualizado clásico” situado sólo a partir de la demanda individual, el llamado caso constituye en un problema que así pautado determina desajustes que requieren intervención. Intervención que plantea la prescripción según diagnóstico expresiones de cuño discursivo médico, que son consolidadas por la práctica y ejecución de pasos cumplidos hasta llegar al tratamiento y el pronóstico de la desadaptación Una de las perspectivas contemporáneas de Trabajo Social es la propuesta de Susana Cazzaniga (1997) sugiere y trabaja el “Abordaje desde la Singularidad” tiene en cuenta 5 categorías:

· Sujeto entender al Sujeto como un entrecruzamiento de aspectos universales o generecidad11 que expresa la condición de seres humanos, con derechos y capacidades; universal en tanto horizonte de sentido, el “deber ser”, lo particular comprende al sujeto en sus condiciones sociales de existencia, históricas y presentes, la pertenencia, su modo de vida, su historia social familiar, lo que “hace ser”

· Sociedad: entendida como construcción histórico social, se trata de algo inacabado, está creándose y recreándose permanentemente, crea sus propias normas, se instituye y transforma

· Demanda: es una categoría conceptual en ella pueden o no objetivarse las condiciones de vida del Sujeto que demanda, “requiere del esfuerzo de construcción Teórica, instancia de comprensión que problematice lo naturalizado”

· Intervención Profesional12: Al incorporar el análisis comprensivo de la demanda una interpelación a este modelo el planteo inicial que emerge

2° Apelación

¿Es posible transferir procesos de identidad social como de autonomía?

· Técnicas e instrumentos: observación y entrevistas dispositivos de construcción de historias de vida y trayectoria familiar, social, en el caso de adicción este es un punto central. Pensar en la entrevista como acto de recuperación desde lo cotidiano sus significaciones y la comprensión entendida como “la búsqueda de las referencias sociales, sus pertinencias (oportunidades, conveniencias) pertenencias lo que aparece y está en el sujeto en términos de Bourdieu habitus, lo que está impreso en la piel, lo que soy y me representa el lugar que ocupo o me dejan ocupar.

Cada particularidad nos otorga los contenidos para comprender. La instrumentalización de los planes de acción desmadejan la red social, que es la reserva del diseño de estrategias específicas. Es en estos nuevos contextos de transformación y diversidad cuando nos encontramos con lo singular en la demanda con lo que Carballeda denomina sujeto inesperado13 donde están también presentes las rupturas de los viejos/ conservadores mandatos institucionales. Un alquién que se ha configurado en un estar afuera o encerrado histórico por ello los caminos de reinvidicación y la accesibilidad de la asistencia tiene tanta postergación.

Conceptos tales como la desinstitucionalización, vulneración de derechos, sujetos desindividualizados, fragmentados, fragilizados se traducen sólo en la presencia del dolor y el sufrimiento, ¿y cómo es posible aliviar el daño, cómo es posible trabajarlo?, en este sentido resulta sumamente importante la acción contributiva del cuidado o de los cuidados, resignificados en suturar las heridas que impregna el sufrimiento que sólo es posible de conocer y trabajar en él a partir del “lenguaje resignificado... a términos que se vinculen con la historia local y las biografías personales” (Claudia Krmpotic 2011).La autora propone dos dimensiones a la acción.

1. De “La acción directa de mente a mente -o toma de conciencia)”, (“conciencia de sí que al mismo tiempo enfrenta a la vivencia de un sí mismo inacabado, fracturado ante la propia insuficiencia…..)

2. “La acción indirecta en el medio social” -…la acción planificada debiera pensar…. que las heridas de la desigualdad, del poder y la sumisión no son otra cosa que los objetos de reparación de la política social, bajo el lenguaje que sea: el de la compasión, el de la tarea asistencial, los derechos o las política compensatoria- Y esta es la disputa para quienes trabajamos en el campo de la asistencia interpelada e imputada, desde ya, plantear los desgarros que representan el dolor existencial, la inquietud de la carencia, configuran nuevas posibilidades de conocimiento, que significa revisar la posición de quien investiga e interviene bajo el condicionamiento y el principio de limitaciones.

Por cierto que la intervención social nos devela la construcción histórica de los cambios de estos llamados nuevos escenarios sociales diversos, complejos, lacerantes en un presente con pronóstico reservado.

Aquí siguiendo a Alfredo Carballeda; “Cabe preguntarse si la Intervención es un campo de conocimiento y que como tal debe definirse como un saber que se construye -a posteriori-, en definitiva a partir de la experiencia. De ese modo la experiencia interroga a la teoría, le genera nuevas preguntas, elabora nuevas síntesis atravesadas por la inminencia del contexto en la singularidad microsocial de escenario de intervención.

Es así que los itinerario e indicios vividos y presentificados en el contexto donde transcurre la vida y el trabajo representa también hacer actualizar al sujeto por las prácticas y discursos. Es desmantelar la ausencia de una presencia con historia, de un de hombres, mujeres, niños, grupos humanos que necesitan además de sus lazos de identidad ser reconocidos, en el espacio adverso de la exclusión social, y el tiempo inhabilitando lo visible, borrando la ipseidad que se construye a través del tiempo y de otro social, por eso reconocer la trama discursiva, representan la articulación permanente teórico-metodológica de investigación, su disposición estratégica procesual, frente a la decisión de constituir una forma de abrir caminos y ejes transversales en ése proceso simultáneo de la intervención del Trabajo Social.

En consecuencia la experiencia de la Intervención cuenta en la actualidad un capital cultural significativo que se genera con la demanda y desde allí es posible acceder a nuevas respuestas. Tal vez, para comprender, en profundidad y desde allí construir junto con ese otro que reclama la intervención las posibilidades de transformación” (Carballeda 2007) que la trama discursiva, representa el hacer crítico.

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