Revista Difusiones, ISSN 2314-1662, Num. 24, 2(1) enero-julio 2023
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Fecha de recepción: 27-04-2023. Fecha de aceptación: 01-06-2023
EL TURISTA RESIGNIFICADO EN UN MUNDO POSTPANDÉMICO
THE RESIGNIFIED TOURIST IN A POST-PANDEMIC WORLD
Sebastián Guma[1] sebastianguma@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7080-7852
Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Instituto de Ciencias del Ambiente, Sustentabilidad y Recursos Naturales, Escuela de Turismo, Santa Cruz, Argentina
Resumen
El turista es uno de los términos albergados por el vocablo turismo, siendo analizado, estudiado e investigado por académicos transdisciplinares, los que han formado profesionales que no logran entender la distopía que esta palabra presenta y el mal que ello ha acarreado desde la masificación de los viajes. La relevancia del turismo para una sociedad, independientemente de su dimensión territorial en el espacio, pudiendo resaltar que el turismo es el conjunto de todos aquellos procesos, sobre todo económicos, que ponen en marcha una comunidad, región o Estado, se relacionan directamente. La necesidad de reconexión con la naturaleza, el temor a los grandes conglomerados sociales y la búsqueda de seguridad en espacios cercanos a su localidad de residencia (turismo de proximidad) son tendencias clave para el diseño de nuevos paradigmas que se proyecten más allá de la reactivación global del turismo. El mundo académico y el de los profesionales que se dedican a investigar los efectos del turismo y buscan desarrollar la actividad, va más allá de la generación de divisas y el funcionamiento de las cadenas productivas, generalmente basadas en la teoría de los sistemas. La necesidad de indagar sobre la epistemología del turismo y el carácter de su conocimiento, la validez y confiabilidad de las afirmaciones del mundo externo, el uso de conceptos, los límites de los estudios turísticos y la categorización del turismo estudiado como disciplina o campo permitirían concluir en la redefinición del turista, en pos de un nuevo ordenamiento y desarrollo de la actividad.
Palabras clave
Turista, comunidad, paradigmas, resignificación, epistemología
Abstract
The tourist is one of the terms housed by the word tourism, being analyzed, studied and investigated by transdisciplinary academics, who have trained professionals who fail to understand the dystopia that this word presents and the damage that this has caused since the massification of trips. The tourism relevance for a society, regardless of its territorial dimension in space, being able to highlight that tourism is the ensemble of all those processes, especially economic ones, that start up a community, region or State, are directly related. The need to reconnect with nature, the fear of large social conglomerates and the search for security in spaces close to their place of residence (proximity tourism) are key trends for the design of new paradigms that are projected beyond the reactivation tourism overall. The academics world and professionals who are dedicated to investigating the effects of tourism and seeking to develop the activity, go beyond the generation of foreign currency and the operation of productive chains, generally based on systems theory. The need to inquire about tourism epistemology and the nature of its knowledge, the validity and reliability of the statements of the external world, the use of concepts, the limits of tourism studies and the categorization of tourism studied as a discipline or field would allow us to conclude in the redefinition of the tourist, in pursuit of a new order and development of the activity.
Keywords
Tourist, community, paradigms, resignification, epistemology
Introducción
A finales del año 2019, el mundo se detuvo por la embestida de una amenaza que, hasta entonces, se asemejaba más al guion de una película de ciencia ficción que a un hecho real. Conteniendo el aliento, el planeta entero, con asombro y desasosiego, observaba cómo el virus denominado SARS-CoV-2 avanzaba y extendía sus garras impiadosamente sin dejar lugar alguno sin afectar. Las economías comenzaron a verse menoscabadas y en un universo donde el otro era portador de este mal, los Humanos nos enfrentamos a un hecho que repercutió en nuestros comportamientos. Tuvimos que adaptarnos a nuevas conductas e incorporar a nuestra cotidianidad vocablos impensados: Aislamiento, higiene, situación epidemiológica, cuarentena, distancia.
El turismo ha sido una de las actividades más afectadas ante esta catástrofe, y los roles y comportamientos de los turistas, que de a poco y con el correr de los meses volvieron al ruedo, ya no fueron los mismos.
El turismo, desde hace décadas, ha sufrido cambios, tanto en sus paradigmas, como teorías y metodologías de abordaje. La situación por COVID-19 impactó sobre el imaginario social, al observar el escaso desarrollo de los elementos turísticos que poseen. La necesidad de contar con espacios funcionales y accesibles conllevó a la adaptación y mejora de éstos, apreciando su potencialidad y función a futuro según las tendencias de turismo de proximidad y la búsqueda de espacios de baja densidad demográfica en un contexto rural periférico.
Los turistas, por su parte, han evolucionado e involucionado por igual en función a su idea de utilización de su tiempo ocioso y de recreo, a la seguridad que pueden brindarles sitios que hayan sabido o podido adaptarse a esta nueva “normalidad” a través de protocolos sanitarios y reestructuración de sus espacios, todo lo cual ha sido aprovechado por las organizaciones turísticas para obtener réditos económicos en detrimento de la comunidad anfitriona y la conservación patrimonial del entorno.
Ante el freno que sufrió la actividad durante 2020, las fronteras se observaron cerradas, los viajes restringidos y apreciamos una sociedad con temor hacia el futuro en cuanto a su traslado y disfrute fuera de su área de residencia, lo que posibilitó, así mismo, a la expansión del turismo de proximidad, conllevando a beneficios inesperados, no solo desde lo económico, sino también en lo cultural y territorial.
Por otro lado, el estancamiento del estudio en profundidad del turismo observa una posibilidad de resurgimiento ante el “reinicio” del turismo, por medio de nuevos paradigmas, tendencias y formas de consumo.
En el presente ensayo, se analizaron textos de cuatro reconocidos autores (Ascanio, 2010; Toyos, 2010; Tribe, 1997 y Urbain, 1993), los que, por medio de un análisis cruzado de información, se espera concluir en que, ante la situación planteada y este futuro pospandémico que nos encontramos viviendo, conceptos que se encontraban aletargados vuelvan a ser temas de análisis e investigación, siendo éstos (la futura base) soporte hacia (de) un turismo más contemplativo, menos agresivo y que finalice en la sustentabilidad plena de todas las partes intervinientes, como así también el replanteo del turista dentro del contexto de uso de sus tiempos, rompiendo con la interpretación social de ser un ente apático, desinteresado y destructivo, que vaya evolucionando hacia un género de interconexión logrando el desarrollo del territorio y su crecimiento individual como ser social.
La visión del turista pasado y futuro
La actividad turística, a lo largo de su vasta y compleja historia, ha evolucionado permanentemente, modificando sus paradigmas, sus teorías y su conceptualización del mundo donde se desarrolla. Sin embargo, los conceptos que se guarecen bajo este término observan intrincadas interconexiones y desacuerdos, al punto de generar quiebres entre los engranajes que movilizan a los actores vinculados con el sector.
El turista es uno de los términos albergados por el vocablo turismo, siendo analizado, estudiado e investigado por académicos transdisciplinares, los que han formado profesionales que no logran entender la distopía que esta palabra presenta y el mal que ello ha acarreado desde la masificación de los viajes; pudiendo remontarse mucho más allá del (mal) considerado “Padre del Turismo”, Thomas Cook.
En una ejemplar investigación histórica del turismo y su injerencia e impacto sobre las sociedades anfitrionas y el mismo microcosmos turístico, Urbain (1993) desentraña estas complejidades en el libro El idiota que viaja, planteando que el área de estudio que nos interesa observa dos grandes ramificaciones: El viajero como pionero, el turista como nómade del recreo.
Ante esta “grieta”, invisible e inexistente para el imaginario general pero muy presente y real para los profesionales que bregan por un turismo resiliente y sustentable, Urbain (1993) hace una comparativa permanente, considerando a los turistas como seres que se dedican a circular, consumir y no a viajar, mientras que los viajeros son aquellos que se involucran y cultivan con la sociedad a donde se trasladan.
No conforme ello, profundizó su estudio de la problemática al plantear al turista como un animal, haciendo un relevamiento de escritos históricos, resaltando los términos de perro faldero, enjambre de avispas, doríforos, conglomerado hormigueante, entre otras tantas conceptualizaciones negativas, de carácter peyorativo, que sin lugar a dudas evidencia a los turistas como entes mal vistos, no sólo por la sociedad, sino también por integrantes de su misma cosmología, lo que conlleva a que éste se aprecie de forma similar, al renegar y hasta avergonzarse de su condición de turista.
Ascanio (2010) cita que la mayoría de las personas que oyen hablar sobre turismo están al corriente que esta actividad trata sobre los asuntos concernientes a la visita temporal de alguien que se desplaza desde su lugar de residencia habitual por un tiempo breve y que regresa a su lugar de partida. Sin embargo, al realizar una confrontación de ideas con Urbain (1993), se puede parcializar que la adopción del término gregarismo para los movimientos masivos de turistas, plantea una diferenciación muy marcada del viajero y del turista, en detrimento siempre de este último, al punto de considerarlo como una “especie inferior” (San Antonio, citado por Urbain, 1993).
Ante semejante enfrentamiento, el cual observa réplicas en la actualidad, aunque con una terminología bien definida: turismofobia, se plantea la necesidad de emprender la resignificación del turista dentro de la actividad, lo que puede llegar a resolverse gracias a la desafortunada crisis sanitaria que mantuvo en vilo a gran parte de la comunidad mundial desde inicios de 2020.
El drástico cierre de fronteras ocasionado por la pandemia del virus denominado SARS-Cov-2, o como comúnmente se lo conoce: COVID-19, la cancelación de vuelos, el temor social y la imposibilidad real y material, distribuida en periodos de tiempo entre marzo de 2020 hasta mediados y finales de 2021, a los traslados por ocio y disfrute, la cuarentena prolongada y el accionar individualizado en relación a la situación epidemiológica particular de cada país, y la escasa, a nula, coordinación entre las distintas naciones que conforman el planeta Tierra, concluyó en un cero turístico global que se extendió en el período antes citado.
Más allá del devastador impacto socioeconómico que significó para todo el planeta, el turismo fue una de las actividades más perjudicadas. Las comunidades dependientes del turismo, hasta diciembre de 2019 atestadas de gente, se sumieron en el silencio, aunque no sin sorpresas, al notar el reclamo de esos espacios por especies autóctonas de la región, los canales venecianos y sus alrededores recuperaron la claridad en sus aguas, incluso las costas californianas observaron la reconquista de sus playas por parte de algas bioluminicentes, entre tantas otras anécdotas alrededor del mundo.
Ante esta situación Ascanio (2010), más allá de la atemporalidad de su documento, resalta que son escasas las voces que se atreven a destacar los aspectos sombríos del turismo. La recuperación ambiental, puso en la mira el accionar turístico y su peso en cuanto a la capacidad de carga de los entornos, las emisiones de carbono, la sobreexplotación turística, la gentrificación, como así también el vínculo entre turistas y anfitriones, poniendo en énfasis temas ocultos e ignorados (muchas veces adrede) en pos de una retribución impositiva del destino objeto de visita.
Llegado a este punto, es necesario abordar la relevancia del turismo para una sociedad, independientemente de su dimensión territorial en el espacio, pudiendo resaltar que el turismo es el conjunto de todos aquellos procesos, sobre todo económicos, que ponen en marcha las llegadas, las estancias y las salidas de turistas a, y desde, una determinada comunidad, región o Estado que se relacionan directamente con ellas; planteando que el turista es aquél que hace un tour, especialmente quién lo hace por recreo, el que viaja por placer o para aumentar sus conocimientos culturales, visitando lugares por sus objetos de interés, sus paisajes o sus peculiaridades (Ascanio, 2010).
El autor acuerda con lo antes citado, como también con las palabras de Urbain (1993) sobre que el turismo no es la masificación degradante del viaje. Es más bien la generalización de un modo de conocimiento. Siendo, además, un derecho ejercido por aquellos que han tenido, y tienen, la posibilidad de realizarlo; aprovechando un espacio y un tiempo específico, más aún en la actualidad, ante la necesidad de aliviar la psiquis y huir de las “junglas de cemento” y el encierro forzoso por la pandemia de SARS-CoV-2.
Las situaciones previamente abordadas, generan espacios de reflexión, los cuales se observan aprovechados por instituciones y organizaciones locales, provinciales, nacionales e internacionales, como así también por los anfitriones turísticos y los mismos individuos que, en su afán de viajar y escapar del encierro forzoso que dispuso el COVID-19, apreciaron, por un fugaz momento, un mundo en paz y en equilibrio.
Esto permitió pensar, imaginar y desear, que el turista del futuro no cometa los mismos errores de antaño. La necesidad de reconexión con la naturaleza, el temor a los grandes conglomerados sociales y la búsqueda de seguridad en espacios cercanos a su localidad de residencia (turismo de proximidad) son tendencias clave para el diseño de nuevos paradigmas que se proyecten más allá de la reactivación global del turismo
De lograr lo antes expuesto, los beneficios serían significativos, rompiendo con el concepto de turista-mercancía, la cosificación del hombre, las barreras entre pobladores y turistas, etc. Sin embargo, para alcanzar esta realidad potencial, es necesario “reiniciar el turismo”. Y para ello, se debe indagar aún más sobre la conceptualización de este, su vinculación con la generación de conocimiento, el nuevo rol del turista en el complejo sistema de interacciones e involucramiento de los actores que influyen directa e indirectamente sobre la actividad, etc. a fin de afianzar los cimientos de este “nuevo turista”.
Resignificando al turista
Se ha dejado en claro que la pandemia abrió una oportunidad de rediseño del turismo, rompiendo con las metodologías clásicas del sector, observando un futuro consumidor más consciente de su realidad, más criterioso en su elección de destinos y más considerado con la realidad socioambiental en que se encuentra.
Si bien se entiende que el turismo es una actividad flexible, adaptativa y en permanente cambio, estos se reflejan sobre el accionar planificado de viajes y el intercambio de turistas-mercancía (Urbain, 1993), bregando permanentemente por superar los records del año anterior sin contemplar, más allá de los acuerdos entre países que plantean una “pelea” contra el cambio climático, el impacto social, económico, cultural, patrimonial, ambiental y político de los destinos objeto de traslado.
Bien analiza Ascanio (2010) sobre que los manuales de turismo suelen contener un capítulo dedicado a reseñar la aparición del turismo como fenómeno individual y social, entendido siempre como el desplazamiento realizado por una persona (o grupo de personas), que residen permanentemente en una localidad a otra localidad. Concepto claramente obsoleto, lo que permite abordar con mayor claridad este segmento del ensayo.
El cero turístico no solo impactó sobre la actividad económica, ambiental y social, sino también sobre el mundo académico y el de los profesionales que se dedican a investigar los efectos del turismo y buscan desarrollar la actividad más allá de la generación de divisas y el funcionamiento de las cadenas productivas, generalmente basadas en la teoría de los sistemas.
Tribe (1997) determina que “la palabra turismo es problemática, porque se usa en el lenguaje común. Como tal, su uso es a menudo permisivo e impreciso y, por lo tanto, puede abarcar una variedad de significados.” En tan pocas, y potentes, palabras, Tribe (1997) destaca la necesidad de aclarar esta problemática y definir, por medio de estructuras académicas serias y con bases científicas, un concepto que erradique el consenso que plantea Ascanio (2010) al suscitar que no es posible encontrar una definición adecuada del turismo debido a la extrema complejidad del fenómeno que se trata de estudiar.
Ante esta situación, la cual lleva décadas siendo discutida sin un criterio unificado, ni profesional ni científicamente ¿cómo sería posible redefinir al turista? La respuesta, posiblemente, se encuentre en un párrafo escrito por Toyos (2010) donde expresa la falta de cuestionamiento que poseen los estudiantes de la carrera de turismo para realizar cualquier investigación, sugiriendo volver a las bases, por medio de las preguntas esenciales de qué, quién, cuándo, dónde, cómo, por qué, cuál y cuánto del tema se ha de investigar.
Esto destaca que, para el nuevo turismo, o turismo reiniciado, la actividad debe alejarse de la conceptualización economicista, abarcando nuevas áreas del conocimiento, tal cual lo expresa Przeclawski, citado por Ascanio (2010) señalando lo psicológico, lo social y lo cultural como elementos adicionales importantes del turismo.
Para alcanzar este objetivo, es necesario indagar sobre la epistemología del turismo y el carácter del conocimiento turístico, el cual Tribe (1997) desglosa en fuentes del conocimiento turístico, la validez y confiabilidad de las afirmaciones del conocimiento del mundo externo del turismo, el uso de conceptos, los límites de los estudios turísticos y la categorización del turismo estudiado como disciplina o campo. Lo antes expuesto se aprecia como un proceso intrincado y difícil de abordar, aunque Ascanio (2010) destaca que la moderna epistemología enseña que en la ciencia no existen verdades absolutas, sino fórmulas necesariamente simplificadas.
Y es una de estas fórmulas simplificadas, mancomunando criterios con lo expresado por Tribe (1997), la respuesta a nuestra incógnita de cómo resignificar al turista. Tal vez presentarlo como un ser contemporáneo, el que, según Urbain (1993) mezcla impulsos, dudas, escrúpulos y contradicciones de una época, enlazados en proyectos, temores, deseos e inhibiciones detrás de su bagaje psicológico. Lo que direcciona a interpretar la determinación del objeto de conocimiento del turismo por un proceso deductivo, es decir, con arreglo a criterios científicos (Ascanio, 2010).
Por lo tanto, establecer el estado del conocimiento, estado del arte y estado actual de la cuestión, que se entiende como los trabajos de investigación, artículos periodísticos, y libros que se han escrito hasta el momento (Toyos, 2010) avancen en su conceptualización y comprensión del campo de estudio, investigando posibilidades, variables y paradigmas que se proyecten más allá del actual y permanente estudio de casos y comparativas entre destinos, descubriendo, así, nuevas formas de ver el turismo, trazar nuevos conceptos, elaborar nuevas teorías y acumular conocimiento que apunte a lograr la limitación de conceptos del turismo y sus terminologías propias, entre ellas: el turista.
El estudio del turismo como solución
La irrefutable realidad que vivó la humanidad, y en mayor injerencia sobre la historia del turismo, el rol determinante del turista sobre la dinámica del sector en un futuro post pandémico confluye en ideas y planteamientos que van afianzándose y tomando fuerza, sentando las bases de cómo deben interpretarse los roles establecidos hasta diciembre de 2019.
Sin embargo, para lograr la redefinición que el turista observa como oportunidad ante el cero turístico, es necesario abordar estudios sobre el turismo y, ciertamente, la ciencia proporciona la epistemología apropiada. Tribe (1997) explica que si bien limitar los estudios de turismo al uso de métodos científicos resuelve algunos problemas [...] este proporciona un control sistemático de partes del fenómeno turístico que permiten dicho control.
Para comprender lo antes expuesto, debemos apoyarnos en la concepción de Toyos (2010) sobre qué “Observar al turismo es sinónimo de observar a la sociedad”. Esto permitirá apuntar al desarrollo de teorías que se propongan solucionar los problemas actuales.
Tanto la comunidad anfitriona, como el turista, compartieron el temor al contagio, el cambio de preferencias de consumo, la elección de transportes, hospedajes y restauración, debiendo adaptarse a diversos protocolos de sanitización, higienización y seguridad de aforos aceptables, aplicando los mismos criterios para la realización de actividades, sean de ocio o recreo.
La infoxicación ha engendrado un gran impacto sobre todo el sistema social, generando un ideario comunitario que tardará en retomar su “normalidad” de antaño. El estudio, y análisis, de la evolución conceptualizada sobre lo que significa la seguridad turística, desde el método sincrónico y diacrónico, por medio de la confrontación comparativa de la información relevada, presentarán las tendencias y paradigmas futuros a los que se enfrentará el turismo y sus actores vinculantes.
Estas situaciones, que cimentan un común denominador en un corto a mediano plazo, exponen hipótesis que, se espera, sean perfeccionadas en el tiempo y rompan con la estacionalidad de enfoques turísticos que, como cita Ascanio (2010), en casi un siglo de aportaciones, la comunidad de expertos en turismo aún no ha conseguido abandonar totalmente la noción vulgar o clásica de turismo en la que es fácilmente apreciable el enfoque de demanda.
Se ha dejado en claro que el desarrollo de las actividades en las comunidades anfitrionas ha revelado cambios significativos, oponiéndose al gregarismo y enfocándose en grupos reducidos, adaptando procesos de realidad en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Esto tiene repercusiones sobre el “tipo” de turista que los poblados o urbes, que se abren al turismo ante esta situación particular, esperan recibir, debiendo los primeros satisfacer los estándares de los segundos, lo que observa un enroque en la realidad turística y el cambio que el presente ensayo plantea desde su inicio.
Como una conclusión parcial del presente escrito, es posible determinar que, aunque el turista exprese qué, dónde, cómo y para qué quiere determinados servicios y criterios de calidad sobre las expectativas de estos. En la actualidad se aprecia un enfrentamiento (en el buen sentido de la palabra) con la comunidad receptora, la que esperará un turista respetuoso, con criterio y que no ponga en riesgo la integridad del sistema de vida al que ese poblado o urbe está habituado.
La interdependencia entre el anfitrión y el visitante es, y será, un asunto fundamental en el turismo. Estas relaciones y los impactos que se producen constituyen el objeto del turismo (Ascanio, 2010), lo que concluye en que el turismo es la ciencia que se ocupa de los fenómenos que pueden elevar o no la calidad y el género de vida de una determinada comunidad
La crisis por SARS-CoV-2 ha planteado diversos factores, como así también oportunidades de redefinición turística. Cada turista lleva consigo una visión del mundo, una manera de ver, un código de percepción, a partir del cual interpreta los espacios (Urbain, 1993). Estos tiempos y realidades, adversos en su momento, ponen en boga el deseo de desarrollar un mejor turismo, mejores turistas y destinos de calidad y sustentables.
Para lograr este cometido, es necesario investigar al turismo en profundidad, desde lo microsocial, relacionando grupos turísticos, organizaciones o individuos; como así también lo macrosocial, refiriéndose a la comunidad en su conjunto (Toyos, 2010). La tendencia sobre el turismo de proximidad (o de cercanía) ha iniciado la conceptualización de lo citado, observando el emerger de oportunidades socioeconómicas territoriales, lo que ha facilitado, sin lugar a dudas, la consolidación de la “nueva normalidad”.
Cerrando el presente apartado, es posible determinar que nos encontramos en un periodo óptimo de reflexión, investigación, evaluación y análisis que redefinan los conceptos básicos del turismo y, esencialmente, al turista; por medio de un reposicionamiento del rol de este último ante una toma de conciencia social generalizada ante el freno total de la actividad a nivel mundial.
Aunque es imposible generar cambios determinantes en una primera instancia, las investigaciones (que se espera se vuelquen sobre la sociedad en formato de capacitaciones, concienciaciones y acciones de responsabilidad social (en todos sus niveles)) han visto su inicio y avance lento, pero constante.
La interrelación entre el nuevo turista, renacido y reivindicado, posterior al cero turístico significará una sensibilización de todos los actores, directos e indirectos que, trabajada mancomunadamente entre los sectores público, privado y académico, conllevará a la innovación del turismo, una nueva conceptualización y, lo más importante, una sustentabilidad surgida de un escenario que nadie en el mundo hubiese esperado sucediese.
Conclusión
En una situación cambiante, como lo fue en los años 2020 y 2021, la incertidumbre es uno de los elementos preponderantes. Se vuelve una tarea titánica la planificación, demanda rapidez y capacidad de respuesta que, incluso hasta a los más resueltos y avezados, les es difícil sortear.
El panorama cambia constantemente y más que nunca se vuelve necesaria la tan mentada capacidad de adaptación. La investigación en esta disciplina seguramente ha de dejar, si los profesionales se abocan a ello, mucho material para analizar a futuro. Pero el tiempo de resolución y el escenario actual ofrece una oportunidad única para ponderar un cambio que, al fin y al cabo, resulte en beneficio de todo el sistema.
Una oportunidad única para formar destinos más respetuosos de sus recursos naturales, de sus irremplazables comunidades autóctonas. Una oportunidad única nacida de una gran necesidad de reflotar sus microeconomías. Y, finalmente, una oportunidad única de formar un Turista capaz de integrar a su esencia (esperemos que para nunca abandonarla) el respeto, el cuidado de lo que más busca y desea, reconociendo por fin, el papel que juega en esto de ser turista y tocar con respeto y cuidados el sitio que elija para disfrutar su tiempo ocioso.
Para finalizar, nada mejor que una reflexión de Ascanio (2010), el cual revela que la reinvención, como una transformación fundamental de los sistemas, produce no sólo eficiencia, eficacia y capacidad de innovación, sino adaptación a un contexto donde es necesario mejorar la calidad de todos sus actores y en especial de los más vulnerables.
Bibliografía
Ascanio, A. (2010) El objeto del turismo ¿Una posible ciencia social de los viajes? Revista de Turismo y Patrimonio Cultural - PASOS, Vol. 8, Nº 4, 633-641.
Toyos, M. (2010) Turismo ¿vale la pena investigar? Escritos en la facultad. Centro de Diseño y Comunicación - Facultad de Diseño y Comunicación. Año 6, Nº 62, 58-61.
Tribe, J. (1997) The indiscipline of tourism. Annals of Tourism Research. Vol. 24, Nº 3, 638-657.
Urbain, J. (1993) El idiota que viaja - Relatos de turistas. Ediciones Endymion, Madrid, España. ISBN: 84-7731-143-9
[1] Licenciado en Turismo (Universidad Blas Pascal, Córdoba, 2006), Profesor de Grado Universitario en Turismo (Universidad Juan Agustín Maza, Mendoza, 2018) Diplomado Superior en Turismo Científico (Universidad Nacional de San Juan, 2022), Maestrando en Gestión y Desarrollo del Turismo (Universidad Nacional de Quilmes, en proceso de presentación de tesis). Profesor Adjunto Ordinario en carreras de Tecnicatura y Licenciatura en Turismo, Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Investigador y extensionista desde 2016 a la actualidad. Profesor Adjunto en Universidad Provincial de Córdoba en carreras de Turismo. Facultad de Turismo y Ambiente.